Mi hermana dijo, si la gente amara la música
y la poesía no haría falta ninguna revolución. Juan Jacobo quería a mi hermana
y siempre pensé que de no haberse adelantado Eneko él hubiera terminado
viviendo con ella.
Le dijo, Lucia, puede que tengas razón, pero a quien tiene hambre no podemos ofrecerle únicamente versos, y a quien sufre no es posible calmarle el dolor con la música de un violín como único remedio. Eneko miro a Caparina y pregunto, quieres decir que la única oferta valida es la violencia. Mi hermana no dejo responder al violinista y sentencio, a veces para defenderse hay que matar, y lo dijo con mucha amargura en la voz y con tristeza en los ojos, y recordé aquello que ella me había contado sobre la muerte de su marido Julián.
Le dijo, Lucia, puede que tengas razón, pero a quien tiene hambre no podemos ofrecerle únicamente versos, y a quien sufre no es posible calmarle el dolor con la música de un violín como único remedio. Eneko miro a Caparina y pregunto, quieres decir que la única oferta valida es la violencia. Mi hermana no dejo responder al violinista y sentencio, a veces para defenderse hay que matar, y lo dijo con mucha amargura en la voz y con tristeza en los ojos, y recordé aquello que ella me había contado sobre la muerte de su marido Julián.
Juan Jacobo cerró los ojos y se acercó más al
fuego. Se ilumino su cara y una sombre cruzo su cabeza. Nos dijo, los hombres
guardan en la cobardía de su corazón la esencia de los valores eternos, porque
hay valores que perduran como perdura el oro de ley, y sin embargo los hombres
exhiben lo peor de si mismos, aquello que no perdura porque vale menos que la
chapa de una lata, pero hay momentos en la historia en que los hombres no
pueden aguantar mas y hacen que su corazón estalle para que salgan a la luz
todos los secretos y se desmorone la mentira de sus vidas, y en esa explosión
de verdad, la conciencia liberadora no puede progresar sin rupturas o
conflictos, y así, en las manifestaciones espontaneas de rechazo a las reglas
de vida admitidas y a la falsa cultura transmitida aparece la violencia, pero
no la violencia entendida como fracaso de la razón que no logra por sus pocos
medios instaurar unas relaciones justas entre los hombres, sino como un
mecanismo radical y definitivo de renovación, sin la muerte de la crisálida no
existe la mariposa.
Me pregunte por que la palabra mariposa tenía para todos nosotros un significado especial. En aquella palabra había luz y color y había renacimiento, en su pronunciación había un intento de conjurar la inercia de las cosas, en su comprensión había música y danza y jubilo, en su búsqueda había vertigo y en su encuentro invulnerabilidad. Todos de alguna manera jugábamos a ser mariposas.
Eneko
dijo, cierto es que la violencia es la que impone el orden y cierto que también
es la que sueña con destruirlo, por eso yo creo que en los parlamentos y el los
gobiernos debería haber personas muy sabias que conocieran el corazón de las
gentes y la esencia de las cosas, personas que inventaran leyes que evitaran la
violencia. Caparina replico, sabios hemos tenido en los últimos gobiernos,
profesores y hombres de letras, catedráticos y expertos en leyes, hasta
investigadores de la ciencia, y poco han contado para ellos las necesidades del
pueblo.
Eneko dijo, yo no hablo de esa sabiduría que tu dices, la sabiduría a la que me refiero no la dan los títulos académicos, es una sabiduria de la que ya hablaba el griego Platón, según tengo leído, un hombre nacido cuatrocientos años antes de Cristo que ya defendía la igualdad entre hombres y mujeres y que ya explicaba que la justicia no es la tiranía de la ley del mas fuerte, ni el contrato social, ni ninguna organización política temporal, un hombre que decía que los gobernantes debían vivir sin dinero y sin familia, existiendo para ellos una comunidad comunista de mujeres e hijos, para así poder gobernar la ciudad justa cuya estructura debía poseer las tres capacidades, el conocimiento, la voluntad y los instintos, y de esa sabiduría es de la que te hablo yo.
Eneko dijo, yo no hablo de esa sabiduría que tu dices, la sabiduría a la que me refiero no la dan los títulos académicos, es una sabiduria de la que ya hablaba el griego Platón, según tengo leído, un hombre nacido cuatrocientos años antes de Cristo que ya defendía la igualdad entre hombres y mujeres y que ya explicaba que la justicia no es la tiranía de la ley del mas fuerte, ni el contrato social, ni ninguna organización política temporal, un hombre que decía que los gobernantes debían vivir sin dinero y sin familia, existiendo para ellos una comunidad comunista de mujeres e hijos, para así poder gobernar la ciudad justa cuya estructura debía poseer las tres capacidades, el conocimiento, la voluntad y los instintos, y de esa sabiduría es de la que te hablo yo.
ollamas30@gmail.com
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