Eneko había estado casada con la musa Clío
y ahora vivía con la musa Calíope, por eso su sabiduría iba en aumento. Juan
Jacobo le dijo, es bueno que cites a Platón, yo también estudie las enseñanzas
de ese hombre, el decía que nuestra naturaleza humana temporal es como la de
unos prisioneros que siempre hubieran vivido en una cueva y tomasen como verdaderas
realidades las sombras, los ídolos del interior, cuando la realidad esta fuera
de la caverna, y que es la revolución sino la transformación de esa naturaleza
para sacar al hombre de las tenebrosidades de la no existencia y así conducirlo
al mundo de las ideas perfectas.
También Juan Jacobo era un hombre sabio porque vivía y volaba como una
mariposa y porque sabia tocar el violín. Eneko le dijo, las necesidades del
pueblo no han contado porque quienes legislan no son sabios sino
mistificadores, hablan por el solo placer de oírse, todo lo siembran de
mentiras porque no aceptan aquella verdad que demuestra que únicamente se
representan a si mismos, ellos no buscan modificar nada sino la exaltación de
su propia imagen, y así fueron hasta ahora y así serán después, haya o no haya revolución,
porque esos que gritan desde lo alto de los muros y entregan las armas al
pueblo para luego dirigir y manipular su coraje, aunque posean la razón de los
acontecimientos, caerán en los mismo errores que sus predecesores porque
tampoco ellos han alcanzado la sabiduría verdadera.
Mi hermana Lucia se había acercado a mi y con
la mirada me había pedido que la acariciase. Me gustaba hundir mis dedos en sus
cabellos, como si mi mano fuera un peine. Le pregunte al oído, eres feliz
siendo Calíope, y mordiéndose el labio inferior y sonriendo movió la cabeza
para decirme que si. Eneko estaba diciendo, ninguna revolución se hace con una
doctrina en la mano, porque si hay doctrina no hay revolución, y Juan Jacobo se
levanto, parecía cansado, se estiro y le dijo a Eneko, tu no entiendes la revolución,
y Eneko le contesto, todos empezamos siendo revolucionarios, y después crecemos sintiendo el fracaso de esa ilusión,
luego envejecemos y contamos historias para disculpar el fracaso, para
justificar aquellas ideas que teníamos, así la rebelión de los jóvenes se
transforma en cómodos asientos donde reposa la prudencia senil, tu vete y haz
lo que tengas que hacer.
Entonces Caparina me miro a mi y
me pregunto, y que pasa contigo, que vas a hacer tu en ese templo del
capitalismo injusto donde vives ahora cuando llegue la revolución, y yo solté a
mi hermana, me levante y le dije a Juan Jacobo, allí hay flores y hay libros y
puedo prepararme bien, y entonces el violinista soltó una carcajada y me
pregunto, prepararte para que, y le respondí, para ser un hombre sabio como mi
amigo Eneko. Lucia me abrazo y me dijo, estoy segura de que llegaras a ser un
hombre importante, y explique que yo no quería ser importante, que solo quería
llegar a entender porque las personas hacían lo que hacían y por qué las cosas
eran como eran.
Juan Jacobo me dijo que nada de lo que había en aquel palacio azul podía
durar, y Eneko le dijo, hablas como si el estallido de la revolución fuera cuestión
de días, y el violinista aseguro, lo es, y Eneko pregunto, que pasara con los
militares, ellos han sido quienes han sostenido todas las tiranías durante
años, han torturado, censurado, encarcelado y manchado de sangre sus uniformes,
y sin ellos nadie será capaz de mover un dedo. Caparina tardo en responder y parecía
que ya se iba sin hacerlo cuando dijo, ellos también son hombres que sufren
injusticias y habrá muchos que crean en la libertad.
ollamas30@gmail.com
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