maandag 9 april 2012

Lunes de Pascua

Segunda.

Eneko había estado casada con la musa Clío y ahora vivía con la musa Calíope, por eso su sabiduría iba en aumento. Juan Jacobo le dijo, es bueno que cites a Platón, yo también estudie las enseñanzas de ese hombre, el decía que nuestra naturaleza humana temporal es como la de unos prisioneros que siempre hubieran vivido en una cueva y tomasen como verdaderas realidades las sombras, los ídolos del interior, cuando la realidad esta fuera de la caverna, y que es la revolución sino la transformación de esa naturaleza para sacar al hombre de las tenebrosidades de la no existencia y así conducirlo al mundo de las ideas perfectas. 

                                                              También Juan Jacobo era un hombre sabio porque vivía y volaba como una mariposa y porque sabia tocar el violín. Eneko le dijo, las necesidades del pueblo no han contado porque quienes legislan no son sabios sino mistificadores, hablan por el solo placer de oírse, todo lo siembran de mentiras porque no aceptan aquella verdad que demuestra que únicamente se representan a si mismos, ellos no buscan modificar nada sino la exaltación de su propia imagen, y así fueron hasta ahora y así serán después, haya o no haya revolución, porque esos que gritan desde lo alto de los muros y entregan las armas al pueblo para luego dirigir y manipular su coraje, aunque posean la razón de los acontecimientos, caerán en los mismo errores que sus predecesores porque tampoco ellos han alcanzado la sabiduría verdadera.

                                       Mi hermana Lucia se había acercado a mi y con la mirada me había pedido que la acariciase. Me gustaba hundir mis dedos en sus cabellos, como si mi mano fuera un peine. Le pregunte al oído, eres feliz siendo Calíope, y mordiéndose el labio inferior y sonriendo movió la cabeza para decirme que si. Eneko estaba diciendo, ninguna revolución se hace con una doctrina en la mano, porque si hay doctrina no hay revolución, y Juan Jacobo se levanto, parecía cansado, se estiro y le dijo a Eneko, tu no entiendes la revolución, y Eneko le contesto, todos empezamos siendo revolucionarios, y  después crecemos sintiendo el fracaso de esa ilusión, luego envejecemos y contamos historias para disculpar el fracaso, para justificar aquellas ideas que teníamos, así la rebelión de los jóvenes se transforma en cómodos asientos donde reposa la prudencia senil, tu vete y haz lo que tengas que hacer.

                                                                     Entonces Caparina me miro a mi y me pregunto, y que pasa contigo, que vas a hacer tu en ese templo del capitalismo injusto donde vives ahora cuando llegue la revolución, y yo solté a mi hermana, me levante y le dije a Juan Jacobo, allí hay flores y hay libros y puedo prepararme bien, y entonces el violinista soltó una carcajada y me pregunto, prepararte para que, y le respondí, para ser un hombre sabio como mi amigo Eneko. Lucia me abrazo y me dijo, estoy segura de que llegaras a ser un hombre importante, y explique que yo no quería ser importante, que solo quería llegar a entender porque las personas hacían lo que hacían y por qué las cosas eran como eran.

                                                                                   Juan Jacobo me dijo que nada de lo que había en aquel palacio azul podía durar, y Eneko le dijo, hablas como si el estallido de la revolución fuera cuestión de días, y el violinista aseguro, lo es, y Eneko pregunto, que pasara con los militares, ellos han sido quienes han sostenido todas las tiranías durante años, han torturado, censurado, encarcelado y manchado de sangre sus uniformes, y sin ellos nadie será capaz de mover un dedo. Caparina tardo en responder y parecía que ya se iba sin hacerlo cuando dijo, ellos también son hombres que sufren injusticias y habrá muchos que crean en la libertad.

ollamas30@gmail.com

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